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viernes, 21 de noviembre de 2014

Día 20 ¿Recuerdas aquel momento en el que se lió pardísima en una partida? ¿Qué pasó?

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He estado refrescando la memoria con mi grupo sobre ese tipo de situaciones, y han surgido un par de casos, aunque yo no diría que se lió pardísima, aunque si marrón clarito. Curiosamente (o no), las que más me llamaron la atención tienen ambas un componente sexual (cosa creo que normal a ciertas edades). En un caso resultó en un cambio interesante de la partida, y en otro en el fin de la partida.

La primera fue cuando, jugando a AD&D 2ª Ed., habían encontrado una poción con semen de dragón tortuga, que resulta que era un afrodisiaco sin igual. Y a la guerrera de uno de mis jugadores le dio por echársela en la bebida al paladín del grupo, el cual estaba profundamente enamorado de la camarera de la posada por la que solían ir, pero a la que no se acercaba por respeto a su voto de castidad. Pero claro, la pócima hizo su trabajo, el paladín no pudo resistirse, ni a él la joven camarera (recordemos que el AD&D los paladines tenían que tener 17 en carisma al menos). Así que pecó, y yo como cabrón que soy, le quité sus poderes, pero dado que no había sido algo completamente voluntario, su dios, Pelor, le mostró una salida a su ignominia, que no era otra que ir a una isla perdida, llena de demonios del abismo, a recuperar una espada sagrada que allí tenían a buen recaudo. En fín, que una anécdota graciosa, dio paso a una larga secuencia de partidas centradas en el paladín y su búsqueda sagrada (la cual, por cierto, al final consiguió, recuperó sus poderes y obtuvo la espada).

La otra que me viene a la memoria, es cuando jugaba con otro grupo, menos serio, uno de ellos llevaba un elfo mago, y tenía que descansar meditando, durante lo cual no podía despertar ni aunque le atacaran (no me acuerdo si esto salía así en los manuales o nos lo inventamos nosotros para que no fuera tan ventajoso). Así que una noche, mientras el elfo meditaba, otro de los jugadores, que llevaba un halfling, me pregunta si es posible que se despierte el elfo, a lo que yo respondo que no, así que me indica su voluntad de sodomizar al elfo. Yo le pregunte si iba en serio, a lo que me dijo que si, que era lo que iba a hacer, así que le dejé. No debí haberlo hecho, pero es lo que tiene el libre albedrío. En fin, el jugador del elfo se mosqueó mogollón y creo que dejó de jugar, al del halfling no volví a invitarle a la partida, y esa partida de D&D acabó yéndose al carajo por el comportamiento infantil de uno de los jugadores y mi propia pasividad al dejarle hacerlo.

Seguimos leyéndonos.

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